jueves, 10 de julio de 2008
Editorial
Por: Enrique Gallegos Arends
Juzgados y Cortes son una vergüenza y una madriguera de infames.
No sé por qué algunos diputados constituyentes, encabezados por su ex Presidente, el economista Alberto Acosta, se resisten, denodadamente, a aceptar la propuesta realizada por el asambleísta César Rodríguez de elaborar un mandato que reorganice la CSJ, paso previo para lo que debe ser la instauración de la justicia en nuestro país y sin la cual, lo digo con fervor y convicción absoluta, no podrá jamás funcionar el Ecuador. De nada servirán todas las constituciones del mundo, elaboradas por los sabios más grandes del planeta, si en un país no existe confianza en su administración de justicia. Y esta es la verdad más trágica que vive el Ecuador: nuestros juzgados y cortes son una vergüenza y una madriguera de infames componendas que pretenden remedar justicia. No es que no existan jueces honrados; yo conozco muchos y deben existir muchos más que no conozco y también conozco de los otros: los corruptos. Que no me exijan como prueba de su corrupción que yo exhiba algún recibo que testimonie la compra de su conciencia y de su firma en la sentencia, porque eso significaría que a más de corruptos serían imbéciles. La mejor prueba de la corrupción judicial está dada por sus sentencias. Cuando uno lee algunas sentencias no queda más remedio que pensar que ese magistrado o es un ignorante o es un corrupto; y de cualquier manera, por la razón que sea, no puede estar allí. Anoche, imprevistamente, me encontré con mi vieja amiga, Martha, y un estimado ex alumno, Jorge, y les explicaba la frustración que siento al haber optado por una profesión que me siento moralmente inhabilitado para ejercer. No existe nada más destructivo que no tener seguridad de que el trabajo que uno ha realizado esté condenado, por más convicción que uno haya depositado en él, al fracaso, simplemente porque uno no sabe hacer lo que otros abogados sí saben hacer: hablar con el juez.
Con este preámbulo quiero decir que la labor más importante que debe realizar la ANC es la de delinear el nuevo rumbo de nuestras cortes. Para ello propongo el siguiente calendario de trabajo:
1.- Dictar una Ley de Carrera Profesional, que regularice la carrera judicial como única y exclusiva forma de acceder al ejercicio de la magistratura. Nada de jueces que provengan del magisterio ni del libre ejercicio profesional. Al menos en este último caso, la contradicción de intereses es dramática: no puede ir un abogado que tiene juicios pendientes en las cortes, a influenciar para que éstos sean resueltos a su favor. El juez tiene que ser juez y solo juez. Cuando un profesional termina su carrera formatoria en la universidad, debe elegir si desea optar por el libre ejercicio o por la sagrada misión de impartir justicia. Concomitantemente, debe crearse una Escuela de Jueces, de actividad permanente, que forme jueces especializados y que estén en continuo proceso de actualización, que lo mantenga al día en las nuevas doctrinas y en contacto con los nuevos tratadistas. Nadie podrá ascender de categoría simplemente por el paso del tiempo; una valoración constante le permitirá, si lo merece, ascender.
2.- Debe crearse una veeduría que examine la conducta y probidad de los jueces. Cuando un juez se arriesgue a dictar una sentencia que no esté de acuerdo con la objetividad legal, debe saber que su acto no quedará impune. No es que la sentencia no sea acogida en Derecho y siga su procedimiento normal; es que ese juez tendrá que asumir ante la faz de la nación la prueba de su incapacidad o de su corrupción. A esa veeduría deben acceder personas que están identificadas por su probidad profesional. Se me ocurre: si un magistrado, por mandato de la Ley, debe jubilarse a los 65 años de edad, si su carrera ha sido intachable constituirá una garantía para ejercer esa veeduría.
3.- Toda tarea siempre tiene un comienzo. Eso no se puede evitar. Alguien tiene que reemplazar a las viciosas y cuestionadas legislaturas actuales. Para ello, la ANC debe nominar una comisión de altísimos juristas libres de todo compromiso político y de otra especie y como aquí no se va a encontrar, propongo que se busquen en el exterior. España, Chile y Argentina, tienen justificada fama de poseer auténticos maestros en diferentes ramas del derecho. Que ellos seleccionen a los que se presentare para nominar la nueva CSJ que encabece la imprescindible reestructuración de la institución.
4.- Debe señalarse acción pública a ser ejecutada ante esa CSJ, para que toda persona, en especial profesionales, que puedan demostrar la falta de probidad que se ha manifestado en las diferentes conductas de los jueces, para que la Corte, después de analizarlo, los expulse de su seno.
5.- Basta de pichirrerías y angurrias de compras de mercado. Un juez tiene que ser bien pagado. Creo que no existe demagogia más profunda que la de engañar al pueblo haciéndole creer que si los burócratas están mal pagados es porque se lo merecen. Hay burócratas y burócratas. Nada me ha parecido más ridículo que pretender que un ministro de estado que tiene que tomar decisiones que convengan a la nación y que valen centenares o miles de millones de dólares, se vea obligado a desempeñar esa función con un sueldo inferior al que demagógicamente se autodesignó nuestro Presidente, menos de 5000 dólares. Esta suma la gana cualquier comerciante avispado de la calle Ipiales y cualquier profesional entendido en su materia. Le pagan a un vistaforador 1.200 dólares, como que si su trabajo no tuviera tentaciones. Por favor, hay que pagar bien a las personas que defienden el interés de la nación; ese pago se les hace con la mano derecha. Con la mano izquierda se blande la espada de la justicia: el que faltó a su deber que sepa que le espera la dureza de la cárcel y el decomiso de sus bienes malhabidos. Un juez bien pagado es garantía de una sentencia correctamente dictada.
Así que, señores asambleístas, no vacilen en afrontar su responsabilidad con decisión y energía. ¿Es que vamos a continuar con la historia de que estas cortes revierten legalidad? ¿Es que no saben ustedes el manoseo político que ha acompañado a cada nueva elección? ¿Es que no han visto sus conductas? ¿Es que no conocen sus fallos? ¿Es que no vamos a salir nunca de esto?
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